martes, 18 de enero de 2022

DESOÍ LOS GRITOS ADMONITORIOS

 


Desoí los gritos admonitorios del instinto y me lancé a la búsqueda sin detenerme a considerar que podría tratarse de un corredor de pesadilla sin posibilidad de retorno. Lo hice, debo reconocerlo, cegado por el incierto sueño clandestino de una fortuna que creí profética, y solo conseguí que una suerte adversa socavara el desmedrado edificio de mi cordura hasta hacerlo caer piedra a piedra. Llevado por el ansia, tantas veces irracional, de alumbrar lo oculto —las razones de la vanidad pueden ser infinitas— me apresté con la macilenta luz de mis conocimientos, una lucerna que yo creía poderosa cuando en el fondo era menos que débil, y pertrechado con tan quebradizo bagaje quise arrancarle a la oscuridad lo que jamás debió ser concebido. ¡Ojalá que nadie, nunca, cometa el error que yo cometí!


Francisco Muñoz Guerrero

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