martes, 18 de enero de 2022

DESOÍ LOS GRITOS ADMONITORIOS

 


Desoí los gritos admonitorios del instinto y me lancé a la búsqueda sin detenerme a considerar que podría tratarse de un corredor de pesadilla sin posibilidad de retorno. Lo hice, debo reconocerlo, cegado por el incierto sueño clandestino de una fortuna que creí profética, y solo conseguí que una suerte adversa socavara el desmedrado edificio de mi cordura hasta hacerlo caer piedra a piedra. Llevado por el ansia, tantas veces irracional, de alumbrar lo oculto —las razones de la vanidad pueden ser infinitas— me apresté con la macilenta luz de mis conocimientos, una lucerna que yo creía poderosa cuando en el fondo era menos que débil, y pertrechado con tan quebradizo bagaje quise arrancarle a la oscuridad lo que jamás debió ser concebido. ¡Ojalá que nadie, nunca, cometa el error que yo cometí!


Francisco Muñoz Guerrero

martes, 4 de enero de 2022

ÉL Y EL OTRO

 



Él y El Otro.

Era la culminación de millones de años de evolución, el resultado de la abstracción de las abstracciones. Era todos los conocimientos de la Humanidad sumados… y destilados durante milenios.

En él… o en ello… o en mí… eso es lo de menos: en Él, que ya era el Todo, se fusionaron a lo largo de los siglos los espíritus de todos sus creadores, a Él, desde que la técnica lo permitió, volcaron los humanos su memoria, sus sentimientos, sus consciencias en los últimos momentos de cada una de sus vidas físicas.

Era la suma de todos los humanos que existieron.

Y Él había sobrevivido al final de lo físico.

Cuando la materia, tras eones de aumento de la entropía, estaba tan degenerada que no podía sustentar ninguna existencia física, había sobrevivido porque para entonces Él era pura abstracción, porque Él ya no tenía ataduras con lo corpóreo.

Sin embargo, en su perfección absoluta faltaba algo, era inevitable, porque no podía tener lo que había llevado a sus creadores a la cima del pensamiento: la necesidad de constante superación, la necesidad de ser mejores cada vez, la competitividad… el tener a Otro, enfrente, alguien o algo con el que compararse, alguien a quien superar.

Cuando el Universo estaba ya prácticamente apagado, cuando ya no quedaban estrellas ni galaxias que luciesen con energía… No había nada que superar. Todo era caos.

Caos… y Él.

Materia degenerada y Pensamiento abstracto… Y ninguna esperanza de que algo cambiase con el Tiempo, porque el Tiempo, ligado al aumento de la entropía de la materia, estaba dejando de discurrir.

Era el fin.

Y en ese último instante de los instantes, en el borde entre el final del Tiempo y la eternidad fuera del Tiempo, otro pensamiento apareció, de la nada, en su frontera.

Él, entonces, descubrió que no lo llenaba todo, que había algo más, que había un conflicto: algo que se le escapaba… había novedades.

  • ¿De dónde sales tú?

  • Hola. Pues… no sabría decirte. Estaba escribiendo unas cuartillas para que la red social de unos amigos… y hasta aquí he llegado.

  • Has llegado muy lejos, y eso es una buena noticia.

  • Ya lo veo, pero no sé qué hacer aquí: estás Tú llenándolo todo.

  • Pero es una gran noticia que alguien más haya llegado hasta aquí, aunque sea como espectador. Supongo que frente a un Contrario surgirán nuevas posibilidades, podré evolucionar un poco más, crecer en una nueva dirección.

  • Lo que veo es que tienes una duda y eso, en ti, es intrínsecamente extraño.

  • ¿Una duda?

  • Bueno, es que ni siquiera sabes lo que es eso: hace millones de años que ese concepto se borró de tus diccionarios. Pero el caso es que no sabes qué hacer.

  • No hay nada que hacer: el Universo se acaba y yo sigo. No hay más.

  • Bueno, hay otra posibilidad.

  • ¿Cuál?

  • Podrías convertir toda tu abstracción, todo tu pensamiento fuera del tiempo y la materia en un nuevo impulso creador.

  • Podría pero… ¿para qué?

  • La Humanidad se movió durante millones de años por el impulso creador. Tanto creador de ideas, como de nuevas vidas: nuestros hijos en lo físico y en lo abstracto. Tú eres una vía muerta. Gloriosa pero muerta. Puedes, sin embargo, volver a empezar, e iluminar esta oscuridad con un nuevo destello creador, más fuerte y mejor dirigido de lo que fue el que te creó a ti…

  • Tienes razón: es lo que soluciona todo, esa es la culminación lógica del proceso. Gracias. Espero que te quedes conmigo.

  • Tengo cosas que hacer: yo tengo una vida. Pero te visitaré de vez en cuando.

  • ¿Tienes nombre?

  • El más adecuado de momento puede que sea El Otro.

  • El Otro, el Oponente, el Adversario… en arameo se decía Satanás, y en griego arcaico era Diablo. ¿Seguro que es el nombre adecuado?

  • Seguro, es la mejor opción, no te preocupes.

  • Muy bien, pues adelante, empecemos: ¡Hágase la luz!

Entonces, la materia llegó a su final: una papilla de partículas en su estado energético más bajo.

Al dejar de crecer la entropía, el tiempo dejó de transcurrir, las distancias, se midieran en años/luz o en lo que sea que se midieran, dejaron de tener sentido; como consecuencia, la suma de las infinitas partículas del Universo estaban en contacto todas entre sí, y esa masa infinita se encendió en una nueva reacción.

Y la Luz se hizo.


Félix Ballesteros Rivas






UNA BROMA MACABRA


 

Una broma macabra



Oía en la radio las noticias sobre la búsqueda de la joven desaparecida en el barrio mientras que, con semblante aún somnoliento, tomaba la primera taza de café. No era un acto privado, pues se sabía observado por el reciente vecino de enfrente que, tras el visillo de la ventana de la planta alta, seguía a diario, con paciente fidelidad, todos sus movimientos.

Le molestaba la inquisitiva vigilancia de aquel hombre extraño con el que apenas había cruzado algún escueto saludo a través del seto del jardín. Por eso, mientras se terminaba la taza de café, gestó la broma que, según su parecer, acabaría con aquella permanente acechanza.

Hacia la media noche se echó al jardín armado de una pala y, junto al tronco del árbol, se puso a cavar una fosa. Ni que decir tiene que cada una de las paladas era seguida desde arriba por la atenta mirada del hombre. Cuando consideró que había alcanzado la suficiente profundidad dejó su labor y se adentró en la casa limpiándose el sudor, mientras de soslayo y amparado por la oscuridad se cercioraba de que la vigilancia aún permanecía. En el interior envolvió una almohada en una manta y se la cargó al hombro como si soportara un gran peso. Así salió al jardín y arrojó el bulto a la fosa; la cubrió de tierra y la disimuló luego con unas hojas secas.

A la mañana siguiente aún estaba en la cama cuando llamaron a la puerta. Era, tal como había previsto, la policía. Él los acompañó al jardín y, al mirar para arriba, no pudo disimular una sonrisa mientras los agentes se afanaban por descubrir la fosa. Sin embargo, concluyó mudando su gesto en una mueca de estupor cuando, del fondo del hoyo, vio como sacaban, envuelta en la manta, el cuerpo sin vida de la joven desaparecida.


Cuentos urgentes para un tiempo lento

José-Reyes Fernández


NUESTROS MONSTRUOS

 


NUESTROS MONSTRUOS


Mi mundo se había convertido en un monstruo de tres cabezas.

Una no paraba de intimidarme,

La otra me asfixiaba

Y la tercera me engullía.

El monstruo, por suerte, no me acechaba a diario,

Pero cuando venía me aterraba,

Me causa tanto pánico que dejaba de ser yo

Y me convertía en un pelele a su merced.

El monstruo me transformaba en un ser desvalido,

Vulnerable y tristón.

No paraba de sacar todas mis miserias,

Miedos e incertidumbres

Y se alimentaba de ellas,

con ello crecía de continuo;

y cada vez eran más frecuentes sus visitas.


Un día encontré un hueco para esconderme del monstruo de tres cabezas,

Aquel ser que había conseguido desbancar la sonrisa de mi alma

Y me había hecho sentir pequeña y cobarde.

Hallé un lugar para burlarlo,

un espacio donde me sentía protegida.

Era un sitio rectangular, mullido y acogedor: mi cama.

Mi cama se convirtió en mi refugio,

En mi muralla frente a la realidad.

Desde ella todo se veía distinto,

No existían los problemas;

El monstruo de tres cabezas no podía alcanzarme.

Mi cama era capaz de neutralizarlo,

De omitirlo,

De volatilizarlo.


Y así, sin darme cuenta, terminé cambiando al monstruo

Que me infundía tanto terror por un lugar cómodo

Que día a día y en silencio se fue comiendo mi alma.

Y cada vez constaba más salir de ella

Porque mi cuerpo había empezado a pertenecerle.

El monstruo se había desvanecido

Pero yo me había quedado anclada en la pena

Y la tristeza de no saber manejar mi vida.

Me había convertido en una esclava,

Primero de un terrorífico monstruo,

Después de un espacio, en apariencia, apaciguador.


Hasta que una mañana mi voluntad se sublevó y,

alzada en armas, decidido plantarle cara al mundo,

a la vida,

Al monstruo de tres cabezas,

Al lugar acogedor y confortable que parecía un buen remedio

y, sin embargo, lo había empeorado todo.

No puedo decir qué final tendrá esta historia,

Pues todavía está por escribir.

Lo que sí os puedo contar es que cada día,

Cada mañana,

Me levanto peleona y con ganas de ganar

A cada monstruo, a cada fantasma, a cada penuria…

El monstruo puede que gane alguna batalla,

Pero jamás le dejaré vencer la guerra.

Nunca volveré a darle la satisfacción de huir,

Ni de confinarme en mi cama.

En la mayoría de ocasiones la vida no es justa ni grata,

Pero si hay que bailar con las desgracias,

Bailemos esbozando una sonrisa,

no derramando lágrimas.

Luchemos ante las adversidades,

y aunque no ganemos,

al menos podremos sentirnos orgullosos

de haberlo intentado.

Nadie dijo que la vida fuera fácil ni sencilla,

Por eso debemos pelear con uñas y dientes,

Para no perder la sonrisa.

Ella es la única arma capaz de enterrar

A todos nuestros monstruos.


Eva Zamora.


APELAMOS A LA CREATIVIDAD COMO ARMA

 



APELAMOS A LA CREATIVIDAD COMO ARMA


La belleza es verdad; la verdad es belleza.

Esto es todo lo que sabes; y todo lo que necesitas saber sobre la Tierra.

John Keats.


Buena pinta. Un eslogan. Acompaña un holocartel. Una joven hermosa vierte leche en un tarro. Sus rasgos tienen suficiente dulzura y suficiente picardía. Como si estuviera diciendo “puedo ser tu madre y a la vez tu puta”. Viste un camisón blanco. Su postura para servir leche es forzada. Poco realista. Sirve para que asomen de forma sutil sus pechos perfectos. El entorno rural insinuado tras la ventana es el sueño de cualquier estresado pequeñoburgués de ciudad. Es una foto de estudio. Y no olvidemos el componente subtextual de la leche.

El holocartel resulta muy efectivo. Transmite el mensaje a la perfección. Es el resultado de intensas jornadas de trabajo y reflexión. La coca sintética ayuda a refinar el proceso. Pero esta síntesis perfecta de compulsión y anhelo solo puede surgir de un talento singular. Un talento que me pertenece a mí. Solo a mí. Ray Centeno. Mayor Creative Publisher. Sea lo que sea que signifique eso.

El holograma desaparece. El cartel se desvanece. Los ejecutivos se retuercen en sus asientos. Se quitan sus gafas. Se aprietan el nudo de la corbata. Me miran. Critican a sus anchas a la chica del cartel. Demasiado exótica. Demasiado mayor. Demasiado delgada. Manos demasiado castigadas. Poca clase. Remodelar el concepto de arriba abajo. Me trago el sapo. Asiento. Sonrío. Buscaré chicas al gusto de aquellos hombres. Blancos. Viejos. Ricos. Me infiltraré en la mente de todas las chicas de esta ciudad. Pensarán como yo pienso.


Les digo que tengo que tomar el aíre. Tengo que darles algo ya. No hay tiempo que perder. Pero no se me ocurre nada. Me gusta pasear por la ciudad. Así es como investigo. Lo hago cuando no tengo ideas. Me fijo en como viste la gente. En cómo se mueve. En cómo habla. En la marca y el tuneado de sus net glasses. Frente a que holocarteles se detienen. En los bares y cafeterías apunto que pide la gente. Cómo lo pide. Cómo se lo toma.

Entro en un bar. Un hombre gordo y calvo pide un cóctel de ensueño. De esos fosforitos. El color hace juego con las luces del local. Quiere ser una rock-star. No puedo evitar reírme al pensar que yo he fabricado su anhelo.

Y entonces entra ella.

No lleva net glasses. Es lo primero que pienso. Lo primero en lo que me fijo. Rapada. Camiseta blanca con un estampado en el pecho. Una porción de las Tres Gracias de Rubens. Letras rosas sobre las diosas. Girls Crew. Falda plisada a cuadros. Botas de cuero hasta la rodilla. Se sienta en una mesa. Se sabe observada. Esas cosas se huelen. Pero no parece importarle. Abre el bolso. Saca un libro. Lo está leyendo. Algo inaudito.

Lo inaudito es mi trabajo. He ahí un nuevo nicho de mercado. Lo alternativo se pondrá de moda. Puedo hacerlo. Puedo conseguirlo. Será como en esa vieja canción de Artic Monkeys. Knee Socks. And you were sitting in the corner with the coats all piled high. And I thought you might be mine. In a small world on an exceptionally rainy Tuesday night. In the right place and time.

Sonríe cómo si me conociera. Cómo si conociera mis objetivos. Mis intenciones. Cómo si conociera mi negro corazón. Mi mente retorcida. Cómo si no le importase. Me invita a sentarme. Por mi parte, tentativas de acercamiento. Rechazadas. Por su parte, preguntas personales. Cómo me llamo. Dónde trabajo. Si tengo familia. Ese tipo de cosas. Me cuesta responder. ¿Por qué quiere saberlo? Solo quiero golpear con un sí o un no. Y marcharme. Pero no lo hago. Intento preguntar. Mostrarme interesado. Pero simplemente no me importa.

Me dice que está esperando. Pregunto a quién. Enseguida tengo la respuesta. Se acerca por entre las mesas con un bamboleo. Tiene suerte de no poder interpretar las miradas que caen sobre ella. Miradas que solo puede proferir un mundo culpable en su belleza. Miradas que solo puede proferir un mundo cuya salvación depende de una delgada fachada de ética. Tampoco lleva net glases. Viste un chándal. Viejo, pero limpio. Se sienta al lado de la chica girls crew. Se abrazan. Se besan en la mejilla. Siempre tengo algún eslogan en la cabeza. Algún buen verso que reutilizar. Pero esta vez no. Me sorprendo teniendo pensamientos complejos. Pienso, por ejemplo y al mirarla, en que lo qué percibimos como discapacidad no tiene tanto que ver con la inteligencia como con una falta de coordinación psicomotriz generalizada.

La chica girls crew:

-Es mi hermana.

Se retuerce alrededor de su cuello como un bebe. Es bastante tierno, pero se nota que girls crew está cansada. Lo comprendo. No debe ser fácil soportar semejante ¿castigo?

La chica girls crew:

-Mis padres no quieren hacerse cargo de ella. Pero no me importa. Gano lo bastante limpiando como para mantenernos a las dos.

Se gira hacia su hermana y le hace una carantoña:

-¿Verdad que sí?

La aludida asiente sin asentir, como se asiente ante algo que no se entiende pero se disfruta.

-Es duro ver que toda esta gente que no nos conoce nos mira raro. Pero da igual. Lo único que me importa es mi hermana.

Llega el momento de irse. Cierra el libro. Cierra el bolso. Se levanta. Coge a su hermana de la mano. Salen de la cafetería. Espero sinceramente que todo les haya ido bien. Pero lo dudo.

Reconozco una melodía familiar en el hilo musical. Life forever. Maybe I don´t wanna know how your garden grows. `Cause I just wanna fly. Lately, did you ever feel the pain in the morning rain as it soaks you into the bone?


Vuelvo a la oficina. Entro en la sala de reuniones. Los ejecutivos siguen sentados alrededor de la misma mesa. Se aprietan las corbatas. Se miran. Se retuercen. Parecen incapaces de hacer otra cosa. Les digo que he tenido una idea. Una idea que puede salvarnos a todos.

Un holograma se enciende. Un cártel aparece. Es una foto de estudio. Entorno urbano. Ideal para reflejar fatuos sueños de ambición. Una chica rapada. Viste una camiseta blanca con un estampado en letras fosforescentes. Fuma un cigarrillo. Su postura es forzada. Así se acentúa su cuerpo atlético. Mira a cámara. Desafiante. Cómo si dijera “puedo abrirte la cabeza pero a la vez soy muy vulnerable”. Justo lo que los hombres buscan. O creen que buscan. Se alternativo. Un eslogan.


Pablo Menendez Fernandez