jueves, 29 de octubre de 2015

Entrevista a José Ramón Sales, autor de Aristarco



Nombre

José Ramón Sales

Fecha de nacimiento
19 de mayo de 1953

Lugar de nacimiento
Valencia

¿Cuál es el último libro que has leído?
El espejismo de Dios, de Richard Dawkins.

¿Qué libro te ha marcado más?
Tal vez, Drácula, cuando lo leí en la adolescencia.

¿Qué libro te gustaría haber escrito?
Creo que El señor de los anillos.

¿En qué novela te gustaría vivir o ser un personaje de ese mundo?
En La raza venidera, de Edward Bulwer Lytton

¿Tu autor favorito?
J.R.R. Tolkien por El señor de los anillos.

¿Tu canción favorita?
All I ask of you, del musical de Andrew Lloyd Webber, El fantasma de la ópera.

¿Tu película favorita?
Alien, el octavo pasajero.

¿Qué prefieres, villano o héroe?

Tengo alma de héroe romántico.

¿Qué historias te gustan más: románticas, aventuras, ciencia-ficción, fantasía, intriga, terror u otra?

Cualquiera, siempre y cuando estén bien escritas, tengan una prosa rica en matices y no adolezcan de una falta de ritmo. Aunque tengo especial predilección por la obra de ensayo.

¿Qué tres cosas te llevarías a una isla desierta?

Mi mujer, una buena colección de libros y el kit de Robinson Crusoe, en el que se incluya mucho papel y tinta.

¿Qué tres deseos le pedirías al Genio de la Lámpara Maravillosa?
Que la gente desarrollara más su intelecto y el pensamiento crítico con el fin de erradicar muchos de los males sociales. Que todo el mundo tuviera una vida larga y próspera. Y que para paliar el aburrimiento leyeran mis novelas.

¿A qué edad empezaste a escribir? ¿Recuerdas qué te motivó?
Como he citado en otras ocasiones, mi vida es un apunte a pie de página. De una forma u otra, siempre he estado escribiendo, ya sean artículos para revistas u otros. En cuanto a la etapa más seria como escritor, comencé a los cincuenta años. El motivo fue desarrollar mi filosofía existencialista. Pensé que sería mucho más original verter mis inquietudes a través de los personajes de una novela.

¿Qué es lo que más te gusta de escribir?
Vivir intensamente las situaciones que describo, y viajar a los mundos que recreo. Después está la satisfacción de que te lean y alaben tu trabajo.

¿De dónde sacas las ideas para escribir?
Creo que todo se debe a que me gusta cuestionar y modelar todo cuanto toco, siempre buscando otros puntos de vista y aplicando alternativas originales a las cosas. Es la premisa en la que baso cualquiera de mis ideas, y tengo algunas que me atormentan desde hace años. Lo que ocurre es que soy consciente de que como escritor tardío debo aprovechar el tiempo y escoger muy bien qué quiero escribir.

¿Qué le recomendarías a un autor novel?
Si partes de cero y no eres un genio, lo primero y principal es averiguar si se tienen aptitudes. Para ello es necesario someter el trabajo al análisis de los expertos. No existe otra forma si se quiere avanzar correctamente. Se tienen que corregir los errores y dominar todas las materias. Es un mundo más complejo de lo que la gente cree. Una vez aprendida la técnica, luego hay que añadir la historia que uno ha pergeñado, e intentar hacerlo lo mejor posible. Aún así, y partir de aquí, el escritor se forma con mucho tesón y paciencia. Como en casi todo. Pero hay que aplicar el sentido común. Es fácil achacar el fracaso a factores ajenos. Y por último, todo escritor debería saber si escribe para inmortalizarse, o simplemente para saborear el momento.

¿Cuál es tu valoración final en el proceso de edición con Alberto Santos Editor?
Excelente. La profesionalidad manifiesta en el proceso, solo es superada por el ulterior mimo con el que se arropan las obras. Para lograr esta hazaña debe existir detrás un equipo que ame y disfrute con su profesión, como es el caso. Y que después sepa moverse, manteniendo viva la edición, tal y como hace esta editorial.

¿Crees positivo que las editoriales pequeñas apoyen a autores españoles?
Hay mucho talento desperdiciado por culpa del sistema de valores establecido en este país. Al mismo tiempo, el rumbo que está tomando el sector novel no es el más indicado para hacerse valer de cara a las editoriales. El énfasis en la autonomía, promovida por el interés comercial de unos, está provocando una total falta de control en la calidad de las obras, debilitando las posibilidades de los que empiezan. Esto hará que el descrédito relegue a las autoediciones y a los libros sin un sello editorial competente, a la categoría más baja. La mayoría de los lectores son inteligentes, y tras algunos varapalos no se dejarán engañar tan fácilmente. Por dicha razón, las pequeñas y medianas editoriales deberían apoyar a los buenos autores españoles y rescatarlos de la ignominia.

¿Cómo crees que influye Internet y las redes sociales en la promoción de las obras literarias actualmente?
Día a día cobra más fuerza. Solo tenemos que ver el énfasis puesto por unos y otros. Internet es una herramienta útil para publicitar un trabajo, que de otro modo no tendría la misma incidencia. Puedes llegar a cualquier punto si sabes escoger bien las rutas, y mucha más gente se entera de lo que haces y dices. No obstante, no es la panacea universal. Sigue siendo necesaria la publicidad a otros muchos niveles.

¿Has escrito alguna otra novela antes de narrar las aventuras de Aristarco?
Sí. Durante cuatro años me agoté escribiendo una intensa obra, titulada Jinetes en la oscuridad. La fui desarrollando a ratos libres. La historia comienza en Valencia y termina en el Ladakh tibetano. Tuve que visitar lugares de mi ciudad y filmarlos, hacer planos y entrevistarme con gente. Y tuve que recabar información del Tíbet a través de un experto, que a día de hoy es amigo mío. Además, tuce que llevar a cabo una profunda labor de investigación sobre los años perdidos de Jesús de Nazaret. Terminé tan exhausto, que tras un merecido descanso me dije, que si volvía a escribir, buscaría en primera instancia mi disfrute.

En tus libros mezclas la investigación, un riguroso marco histórico y lo paranormal. Es una combinación poco usual, ¿no te parece?
Es lo que me atrajo a la hora de elaborarlos. No hay nada nuevo bajo el sol, pero al menos sí se pueden alterar y modelar los elementos, agrediendo lo establecido. Lo novedoso constituye en sí un reto, y siempre me gustó medir las fuerzas con lo desconocido y experimentar. A esto lo llamo «instinto subversivo ».

¿Qué influencias tienen las novelas de Aristarco?
Muchas. Citar el prototipo holmesiano se hace ineludible. Pero veamos, que la flema de Clifton Webb, sobre cuyo talante construí el de Aristarco, es lo que para Graco el cuerpo y la mirada limpia de Steve Reeves. También está Verne, con su sentido de la anticipación; Tolkien, y los escritores de finales del XIX y principios del XX, con su prosa cultivada. El cúmulo de misterios y enigmas que atesora la humanidad, también hace de las suyas. Y a esto hay que añadir todas mis lecturas y disquisiciones filosóficas, así como mi bagaje en el terreno de las artes marciales, sin olvidar mi espíritu cinéfilo. Un cócktel en verdad curioso.

¿Qué acogida están teniendo tus libros?
Creo que buena. Durante todos estos años, y aunque parezca presuntuoso, solo he recibido elogios. Entre ellos, los que más atesoro son los de los lectores empedernidos. Espero que las nuevas ediciones de Alberto Santos, apoyadas en su encomiable y esforzada labor, redunde en una mayor difusión de la saga, llevándola a los muchos lectores que aún la desconocen.

¿Crees que el dúo entre Aristarco y su compañero es básico para aprovechar al máximo los personajes?
Absolutamente. Toda pareja da pie a situaciones, que de otro modo no podrían darse. En el cine se habla mucho de la «química de los protagonistas» para que una historia tenga éxito. Lo mismo ocurre en las novelas. El contraste entre los dos personajes me permite abordar con eficacia los momentos de coyuntura, y desarrollar con fluidez y armonía, no exento de ácido humor, muchos de los temas que barajo. Soy consciente del carisma que poseen Aristarco y Graco, y del efecto que produce su relación. Doy gracias por haber logrado algo así.

¿Por qué elegiste ese lugar y momento para la novela de "En la Noche".
Por el reto que suponía llevar el tema principal a una época inusual para él. Ya sabes que busco la originalidad. Mi carácter hace que rehúya esa especie de mímesis colectiva y me hace combatir con denuedo lo prosaico y trivial, aunque a veces yo mismo lo roce. Por otro lado, buscaba amplificar la tensión de un modo novedoso, y se me ocurrió que una pequeña ciudad, cercada con un terrible depredador en sus entrañas, sería lo suyo. Y aquí puedo contar una anécdota. Estuve enviado el manuscrito a los editores durante año y medio. Y hete aquí, que al año de ver la luz, sale una obra de Pérez-Reverte, titulada El asedio. Vaya casualidad, ¿no? Aunque la premisa era la misma, al menos no se parecían en nada más.

¿En qué género literario crees que encaja mejor tu obra?
Es complicado. Al aglutinar e hibridar los géneros el resultado se mece en la ambigüedad. Hay quien habla de thriller histórico; pero, aunque ello defina alguna de las novelas, resultaría inexacto en el cómputo global. Podríamos decir que son novelas de misterio, a pesar de que tal definición se torna confusa. Tal vez por eso la originalidad requiere reformulación, y la saga de Aristarco necesite su propio espacio.

¿Cuál es tu personaje favorito de las historias de Aristarco?
Es una pregunta de difícil respuesta, porque siguiendo con el proceso natural, dividí mi personalidad entre los dos personajes protagonistas. De ahí que me resulte del todo imposible elegir entre Aristarco y Graco, pues son las mitades de un todo. No obstante, mi vena romántica hace que mire con ojos tiernos a Graco y a su convulso mundo interior.

¿Qué le dirías a alguien que no conoce tus novelas para que las leyera?

Que en la vida hay que experimentar y leer temas variopintos. Las sorpresas están a la vuelta de la esquina para quien sabe explorar el entorno. Así es, en definitiva, como aprendemos. Pero hablar bien de los hijos de uno es tan natural como inocuo. Lo único que puedo decir, es que al menos se trata de un trabajo novedoso, lleno de grandes sutilezas, y donde nada es lo que parece. Por dicho motivo resulta infructuoso colgarle una etiqueta. Contiene suficientes elementos como para que agrade a un amplio sector del público. Y son obras que condesan y sintetizan, por lo que su jugo puede ser extraído en una segunda lectura, una vez mondada la capa superficial. Y es que, mi sueño más ambicioso siempre fue crear una obra imperecedera.