Lucas, en
un reportaje de Tom Robston para Fotogramas,
con su habitual serenidad, explica algunas circunstancias previas al rodaje del
epi, lo primero que veríamos de la
trilogía; cuando presentó el epiii,
hacía memoria del siguiente modo:
Hubo
gente de la productora que me preguntó: «¿Ahora empezarás con la historia de
cómo Darth Vader llegó a ser Darth Vader?». Y yo respondí: «No, esa será la
tercera. La primera va a tratar de un niño de 10 años». Me dijeron: «Nadie
apostará por ella». Yo repliqué: «Pues la próxima va a ser una historia de
amor». Y ellos dijeron: «Tiene que haber más acción». Y yo les respondí:
«Bueno, lo importante es la historia». La primera trilogía es la historia del
niño, y esta [segunda trilogía] es la del padre. Así que trata de cómo una
generación tiene que acarrear con la herencia de la otra. Pero también es
cierto que esta trilogía no tiene el aire despreocupado de la anterior. La
primera era positiva. Esta es una verdadera tragedia griega (Tom Robston, 2005:
100).
Lucas fue
desde el principio un director que tuvo que enfrentarse y contemporizar con las
estructuras cinematográficas, los grandes estudios y las productoras. Nadie
creía en La guerra de las galaxias cuando
se empezó a gestar, y fue todo un fenómeno sociológico y de taquilla; han
pasado veinte años y sigue enfrentándose con los mismos problemas.
Los
productores no saben predecir ni considerar el talento de los directores, pero
tampoco el «capricho» de los espectadores. «Lo que importa es la historia»,
dijo Lucas; había llegado a tal nivel de complejidad en su relato, que ya solo
importaba ponerse al servicio de él: que todo encajara, que fuera coherente.
Lucas sabía que no podía hacer antes el epiii
que el epi o el epii, aunque fuera el más comercial,
porque ese era el que todos estábamos esperando; si la historia de la primera
trilogía trata de cómo Anakin Skywalker se convierte en Darth Vader, había que
contarla desde el principio, y los cabos se empezarían a atar desde el principio,
desde el primer episodio. No olvidemos que esta primera trilogía también enlaza
abundantes datos, tramas principales y secundarias... La primera trilogía, con
sus características, tiene su propia vida.
Tenía
que tender puentes entre los 22 años que separaban el Episodio ii del Episodio iv.
Para ello, tuve que unificar muchas tramas, así como las trayectorias de los
personajes y sus trasfondos temáticos. Además, pensé que estaría bien despertar
el interés de la gente sobre ciertos aspectos de las películas que ya habían
visto. En el Episodio iv la gente no sabía si Vader era un
robot o un monstruo. Ahora, la gente que vuelva a ver el Episodio iv dirá:
«¡Dios mío, es Anakin! El pobre chico todavía está atrapado en ese traje». El
drama y la tensión se revierten por completo (Tom Roston, 2005: 102).
Resulta
llamativa la forma que tiene Lucas de explicar, o sintetizar, el espíritu de su
obra, los mecanismos narrativos y cinematográficos que mueven La guerra de las galaxias: «Se trata de
una nueva forma de poesía».
¿Cómo es
esa «nueva forma de poesía»?
Llevaba
más de veinte años sin ponerse detrás de una cámara para dirigir. ¿Por qué en
ese momento y no antes? Sus mejores amigos directores, como Steven Spielberg y
Brian de Palma, le habían insistido para que volviese, pero durante mucho
tiempo él no quiso oírlos. Aquí confluyen varios factores; por un lado, un
cambio de tipo de vida: Lucas adoptó a su hija Amanda y decidió ralentizar su
ritmo de trabajo y dedicarse a otras cosas —sobre todo al desarrollo de
Lucasfilm Ltd. y sus empresas satélites—. Por otra parte, dejó de dirigir por
cuestiones prácticas:
En
realidad yo nunca había dicho que volviera a dirigir. Con las otras dos
películas me di cuenta de que me costaba más trabajo supervisar a otros directores
que hacerlo yo mismo. Así que no tengo que discutir con tanta gente. Lo que
sucedía es que yo en esa época tenía otras prioridades (Fotogramas, 2005: 39).
Además, no
debemos olvidar su experiencia agotadora como director de La guerra de las galaxias, epiv.
Lucas acabó en el hospital al límite de sus fuerzas, víctima de la tensión y
del enorme trabajo realizado.
Su
empresa, Industrial Light & Magic, fue la responsable de los efectos
especiales de Parque Jurásico; Lucas
intervino en el montaje y posproducción de la película. Él había creado esa
compañía y la había potenciado con vistas a que algún día tuviese la capacidad
necesaria para desarrollar y plasmar sus ideas en cine. La tecnología con que
contaba ya era suficiente, y se dio cuenta de que era más fácil y rápido hacer
las películas él mismo, sin más intermediarios; entonces, los primeros
episodios de La guerra de las galaxias
pasaron a ser una prioridad para él, ya que disponía de la tecnología que
necesitaba: había llegado el momento.
La amenaza
fantasma,
una diferencia esencial
Ha pasado
el tiempo desde El retorno del jedi y
mucho más desde La guerra de las
galaxias, epiv; pero el
tiempo, en la cronología de los primeros episodios, marcha hacia atrás: se nos
sitúa muchos años antes de que nazca Luke Skywalker. La nueva trilogía cuenta
la historia de su padre Anakin, de cómo conoce y se enamora de su madre, Padmé
Amidala, y cómo la República pasa de un equilibrio inestable a convertirse en
el primer Imperio Galáctico; es el ascenso al poder de los sith, señores del
lado oscuro, y la caída de los jedi, su casi total extinción.
Es
interesante leer las primeras páginas de La
guerra de las galaxias, la novela que firmó Lucas sobre la película, y
comprobar que las líneas básicas, argumentales, de la primera trilogía estaban
completamente trazadas en 1976, incluso antes.
Antaño,
bajo el sabio gobierno del Senado y la protección de los caballeros de Jedi, la
República prosperó y floreció. Pero, como ocurre con frecuencia cuando la
riqueza y el poder superan lo admirable y alcanzan lo imponente, aparecieron
seres perversos llenos de codicia.
[...]
Persuadido y ayudado por individuos turbulentos y ansiosos de poder, y por los
impresionantes órganos de comercio, el ambicioso senador Palpatine se hizo elegir
presidente de la República.
[...]
Después de acabar mediante la traición y el engaño con los caballeros de Jedi
—paladines de la justicia en la galaxia—, los gobernadores y los burócratas
imperiales se dispusieron a establecer el reinado del terror en los
desalentados mundos de la galaxia.
Pero
unos pocos sistemas se rebelaron ante estos nuevos ultrajes. Se declararon
opuestos al Nuevo Orden y emprendieron la gran batalla para restaurar la
Antigua República (1984: 7-8).
Lucas y su
equipo se esforzaron mucho por dar un aire «antiguo», o por lo menos
«anterior», a estas nuevas películas en comparación con las que conocíamos;
debía quedar claro que, por muchos años que nosotros hubiéramos vivido, la
nueva historia contaba los orígenes de los episodios ya rodados. Para lograrlo
se dio una pátina oscura a las imágenes y también al diseño de naves,
vehículos, armas, vestidos y uniformes; pero la tecnología había cambiado, se
había desarrollado mucho, tanto que ese era el motivo por el que Lucas se había
decidido a crear los nuevos episodios y volver a ponerse detrás de una cámara.
Lo primero
que llama la atención ante La amenaza
fantasma es precisamente esa revolución tecnológica. El planeta desértico
Tatooine aparece junto al sofisticado y urbano Coruscant, sede del Senado;
Naboo, la cuna de la reina Amidala, es un lugar que contiene desde el reino
submarino más fantasioso hasta una ciudad con reminiscencias clásicas y de todo
tipo. George Lucas explica este cambio:
En
las anteriores películas me encargué de que la historia se desarrollara en un
extremo de la galaxia para evitar así las complicaciones que podría acarrear la
puesta en escena de civilizaciones más sofisticadas. Ahora, en cambio, tenía
los medios tecnológicos y por tanto, podía complicar el diseño (Fotogramas, 2005, 38-39).
Sin
embargo, hay un choque muy grande, difícil de resolver, en una historia que se
anticipa muchos años a la conocida y que por ello tiene que mostrar un cierto
atraso tecnológico. Todo debe parecer más viejo, pero los mecanismos con que se
muestra son mucho más avanzados.
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