Las
hordas de Saruman nos atacan por todas partes. Mi arco vibra presuroso, segando
abominación tras abominación; porque no puede llamarse vida a ese cúmulo de
carne creado por el barro primordial del Enemigo.
Mi
mano firme lanza las certeras saetas; sin duda, he sido entrenado por el mejor,
el Rey de los Elfos entre los sindar, mi padre Thranduil.
Soy
el último del legado de los Elfos Grises. La Tierra Media fue siempre nuestro
hogar y nunca la abandonamos. Amamos sus forestas primigenias y no concluimos
el Gran Viaje que llevó a nuestros hermanos a las Tierras Imperecederas de los
valar. Nuestro señor, el gran Thranduil, nos condujo a la paz del Reino del
Bosque, que perduró durante dos edades enteras. Pero el mal codicia cada grano
de nuestra tierra, y comenzaron estos desdichados tiempos. Acabó la paz y
comenzó el sufrimiento. Los orcos llegaron desde las Montañas Nubladas a
invadir el Bosque Negro, y así se gestó la Batalla de los Cinco Ejércitos, que
libramos junto a los hombres y los enanos.
Ahora,
en la Guerra del Anillo, en este baluarte de Cuernavilla, junto a los hombres
del Abismo de Helm, yo, Legolas, el llamado Hoja Verde por sus hermanos, hijo
del Rey de los Elfos, descendiente del glorioso Elwë, pido a Ulmo de los valar
que se apiade de nosotros.
¡Tú,
soberano entre los Sagrados, Rey del Océano Exterior, haz que vivamos estos
últimos instantes... con honor!
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