jueves, 12 de noviembre de 2015

“LA GUERRA DE LAS GALAXIAS”, A TRAVÉS DE LAS GENERACIONES

         Del Episodio VII de la saga de La guerra de las galaxias, creada por George Lucas y ahora propiedad de Disney, sabemos muy poco, como que se va a estrenar, salvo algún cambio, el 18 de diciembre de 2015. Pero vamos conociendo más datos, con cuentagotas. El hijo de Mark Hamill (Luke Skywalker en la ficción), Nathan Hamill, ha publicado en su web una foto en la que aparece su padre, delante de una gran nave con el rótulo del “Episodio VII”, con barba y una camiseta negra, lo cual nos sugiere y  nos hace pensar, relacionar, recordar.
El negro es el color del Lado Oscuro, el color de Darth Vader, pero también el color de Jedi de Luke en El retorno del Jedi, donde parece un sacerdote, un hombre de alta espiritualidad, enteramente de negro. La barba de Mark Hamill también nos indica cosas importantes: puede ser la barba de Alec Guiness, Obi-Wan Kenobi, maestro Jedi, casi una reliquia de otros tiempos, en Una nueva esperanza, el Episodio IV, el primero que vio la luz para toda una generación de niños que, como dijo George Lucas, estaba creciendo sin cuentos de hadas. Yo fui uno de esos niños.
         Pero la barba de Luke también nos lleva a Obi-Wan de joven, al Obi-Wan que encarnó Ewan McGregor en el segundo y tercer episodio. La barba también de Qui-Gon Jinn, maestro de Oby Wan. La barba es sagrada, rezan antiguas mitologías, como nos enseña Joseph Campbell, prestigioso mitólogo que fue clave para la creación de La guerra de las galaxias. George Lucas sufrió un accidente de coche muy grave con 18 años. Él quería ser conductor de coches de carreras, y la velocidad y los automóviles eran su gran pasión. Pero este accidente, que casi acaba con él, le condujo a otra vocación, a otro mundo muy diferente. En el hospital se interesó por materias como la Mitología o la Antropología. Leyó El héroe de las mil caras, valioso libro de Joseph Campbell que muestra cómo los mitos del mundo están relacionados y unidos entre sí, como si hombres de tierras y culturas muy lejanas respondieran y necesitaran los mismos mitos, o muy parecidos.
         Lucas estudió escritura creativa y se matriculó en la Universidad de Cine de California, donde hizo una gran carrera, con muy buenos cortometrajes –entre ellos uno  que se convirtió en su primer largometraje, THX 1138-. Allí contactó con Francis Ford Coppola, con el que tuvo una relación brillante pero muy compleja. Coppola, que  no era mucho mayor que él, fue su maestro, o al menos algo similar, enseñándole mucho y dándole muy buenos consejos. Pero Coppola tenía una personalidad muy diferente a la de Lucas, y no siempre se llevaron bien. Coppola era expansivo, extrovertido, mientras que Lucas era más tímido. Sin embargo colaboraron en muchos proyectos, guiones, películas, producciones, entre ellas una película de su admirado Akira Kurosawa, Kagemusha.
         Pero ¿dónde está el secreto de La guerra de las galaxias? Es muy difícil decirlo. Ni siquiera, tal vez, Lucas podría decirlo. O quizá ahora sí, pero no cuando la estrenó, en 1977, cuando pensaba que iba a ser un gran fracaso. Puede que la clave esté en esa declaración suya de que una generación de niños estaba creciendo sin cuentos de hadas, y que él les proporcionó –nos proporcionó-, un cuento de hadas renovado, el “mito renovado”, como dijo Joseph Campbell cuando vio por primera vez La guerra de las galaxias –Episodio IV-, llenando un agujero que necesitaba ser llenado. Y haciéndolo con materiales muy creativos, pues aunque a Lucas no le gusta nada escribir lo hace maravillosamente
         En una entrevista sobre las películas el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca me dijo que eran una síntesis mitológica, pero también es una síntesis de los referentes culturales que pudo disfrutar Lucas durante su infancia y adolescencia, por ejemplo los space operas o los westerns. Han Solo es un vaquero del espacio, y la escena del bar en el puerto de Mos Eisley remite a las clásicas escenas de duelos y peleas en los bares de las películas del Oeste. Todo está inventado, pero al mismo tiempo todo está por reinventar, y finalmente por inventar. Lucas quería mostrar la confrontación del Bien y del Mal, pero no lo hace ni mucho menos de forma maniquea, antes bien muestra el paso del Bien al Mal en algunos personajes, fundamentalmente Anakin Skywalker-Darth Vader, que se erige en protagonista de las dos primeras trilogías, en una saga que yo diría que tiene también protagonista colectivo, por las funciones tan importantes de muchos de sus personajes.
         La guerra de las galaxias constituyen unas películas aptas para todos los públicos, unas películas que no dejan de enseñar algo no importa la edad que tengamos. Cuando somos niños nos llama la atención unas cosas, mientras que cuando crecemos nos fijamos más, tal vez, como fue mi caso, en su factura cinematográfica, o en su trasfondo mitológico y cultural.
         Finalmente, como escribió Agustín Sánchez Vidal, y creo que esto es esencial, son una oportunidad para realizar una “peregrinación” a los orígenes del mito, a sus fuentes. Para muchos espectadores forma parte troncal de su infancia. Ahora empieza a serlo también para nuevas generaciones de niños que en cuanto las descubren llevan estos personajes y sus aventuras a sus propias vidas, como lo hicimos nosotros cuando teníamos pocos años. La guerra de las galaxias viaja de generación en generación, renovándose.



                                                        Eduardo Martínez Rico
                                                        Escritor y Doctor en Filología




Publicado en El Norte de Castilla el día 29 de septiembre de 2014.

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