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jueves, 5 de febrero de 2015

Legolas, el último de los Elfos Grises

Las hordas de Saruman nos atacan por todas partes. Mi arco vibra presuroso, segando abominación tras abominación; porque no puede llamarse vida a ese cúmulo de carne creado por el barro primordial del Enemigo.
Mi mano firme lanza las certeras saetas; sin duda, he sido entrenado por el mejor, el Rey de los Elfos entre los sindar, mi padre Thranduil.
Soy el último del legado de los Elfos Grises. La Tierra Media fue siempre nuestro hogar y nunca la abandonamos. Amamos sus forestas primigenias y no concluimos el Gran Viaje que llevó a nuestros hermanos a las Tierras Imperecederas de los valar. Nuestro señor, el gran Thranduil, nos condujo a la paz del Reino del Bosque, que perduró durante dos edades enteras. Pero el mal codicia cada grano de nuestra tierra, y comenzaron estos desdichados tiempos. Acabó la paz y comenzó el sufrimiento. Los orcos llegaron desde las Montañas Nubladas a invadir el Bosque Negro, y así se gestó la Batalla de los Cinco Ejércitos, que libramos junto a los hombres y los enanos.
Ahora, en la Guerra del Anillo, en este baluarte de Cuernavilla, junto a los hombres del Abismo de Helm, yo, Legolas, el llamado Hoja Verde por sus hermanos, hijo del Rey de los Elfos, descendiente del glorioso Elwë, pido a Ulmo de los valar que se apiade de nosotros.
¡Tú, soberano entre los Sagrados, Rey del Océano Exterior, haz que vivamos estos últimos instantes... con honor!
 


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