Mercado Medieval de Siete
Aguas, Valencia
Ferias populares:
Mercado Medieval de Siete
Aguas, Valencia
(10-12 de agosto).
Tierras del Cid. Segunda Parte
La idea fue de Vael Zanón, autor de El ocaso de los ángeles, natural de
Siete Aguas. Necesitaba una feria en agosto para tratar de ingresar algunos
euros en el desierto del verano. El stand
era gratis, bueno fueron solo 10 euros para la asociación Olea, que organizaba
el evento.
Siete Aguas está en el interior de
Valencia, entre tierras fértiles y montañosas. El autobús me dejó a 2 kilómetros
del pueblo, en la ronda, junto a una
gasolinera. Un vecino fue tan amable de llevarme hasta el pueblo. Cuando llegué
a la Fuerte, entendí el nombre del pueblo: siete caños daban su agua desde las
montañas a todo viajero cansado. Y el santo que hizo posible el milagro era
nada más y nada menos que nuestro san Isidro, patrón de nuestra villa y corte.
La primera misión era encontrar
alojamiento. Fui de tienda en tienda, preguntando por una casa particular que
me acogiera. Al final, unos amables vecinos, que también participaban en la
feria, me dejaron una habitación, que ni siquiera me cobraron.
El Mercado Medieval consistió en un
figurante mayor que llegó a caballo, y muy bien vestido para el evento, con su
jubón y su cota de malla. Subido a un estrado nos dio un discurso en antiguo valenciá e inauguró la feria.
Era un mercadillo donde todos los
vecinos ponían una mesita con sus cosas. Me tocó al lado de la Asociación de
Amas de Casa, que tenían el bajo de una casa como cuartel general; lugar que me
ayudó con la logística.
El horario, que era de 19 a 24, me
extrañó al principio, pero cuando llegué a la plaza el sábado 11 por la
mañana para montar nuestras mesas, todos los puestos estaban cerrados y el
sol, el calor y la humedad eran los únicos protagonistas en la plaza de la
Constitución, lugar del evento.
Se vendió poco. Los vecinos y
veraneantes paseaban relajados en las últimas horas de la tarde. Cenar en los
chiringuitos y pasear era toda su ilusión. Conseguí que algunos me hicieran
caso, y volvió a destacar El
coleccionista de sellos de César Mallorquí, y los dos títulos de Grandes
Maestros del Crimen: La escalera de
caracol de Rinehart y El caso
Leavenworth de Green. Ni siquiera el libro de Vael Zanón, El ocaso de los ángeles, interesó
demasiado. Y eso que el autor había llenado todas las tiendas del pueblo con carteles
del libro.
Se vendieron los pocos ejemplares que
llevaba de nuestra antigua colección Historia Mítica, sobre todo Cid Campeador de Eduardo Martínez Rico,
por eso de que sucedía en la toma de Valencia. Incluso un vecino me comentó la
anécdota de que el mencionado Cid había dormido en una de las casas al otro
lado de la plaza.
El Cid y el reino de Valencia. Una
experiencia más en mi peregrinaje por las ferias de España.
Gracias a todos.
Sin paciencia no hay fuerza.
Alberto Santos
Catalogo:
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