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lunes, 20 de agosto de 2012

Mercado Medieval de Siete Aguas


Mercado Medieval de Siete Aguas, Valencia

Ferias populares: 

Mercado Medieval de Siete Aguas, Valencia
 (10-12 de agosto).


Tierras del Cid. Segunda Parte

 
La idea fue de Vael Zanón, autor de El ocaso de los ángeles, natural de Siete Aguas. Necesitaba una feria en agosto para tratar de ingresar algunos euros en el desierto del verano. El stand era gratis, bueno fueron solo 10 euros para la asociación Olea, que organizaba el evento.

Siete Aguas está en el interior de Valencia, entre tierras fértiles y montañosas. El autobús me dejó a 2 kilómetros del pueblo, en la ronda, junto a una gasolinera. Un vecino fue tan amable de llevarme hasta el pueblo. Cuando llegué a la Fuerte, entendí el nombre del pueblo: siete caños daban su agua desde las montañas a todo viajero cansado. Y el santo que hizo posible el milagro era nada más y nada menos que nuestro san Isidro, patrón de nuestra villa y corte.

La primera misión era encontrar alojamiento. Fui de tienda en tienda, preguntando por una casa particular que me acogiera. Al final, unos amables vecinos, que también participaban en la feria, me dejaron una habitación, que ni siquiera me cobraron.
El Mercado Medieval consistió en un figurante mayor que llegó a caballo, y muy bien vestido para el evento, con su jubón y su cota de malla. Subido a un estrado nos dio un discurso en antiguo valenciá e inauguró la feria.

Era un mercadillo donde todos los vecinos ponían una mesita con sus cosas. Me tocó al lado de la Asociación de Amas de Casa, que tenían el bajo de una casa como cuartel general; lugar que me ayudó con la logística.

El horario, que era de 19 a 24, me extrañó al principio, pero cuando llegué a la plaza el sábado 11 por la mañana para montar nuestras mesas, todos los puestos estaban cerrados y el sol, el calor y la humedad eran los únicos protagonistas en la plaza de la Constitución, lugar del evento.

Se vendió poco. Los vecinos y veraneantes paseaban relajados en las últimas horas de la tarde. Cenar en los chiringuitos y pasear era toda su ilusión. Conseguí que algunos me hicieran caso, y volvió a destacar El coleccionista de sellos de César Mallorquí, y los dos títulos de Grandes Maestros del Crimen: La escalera de caracol de Rinehart y El caso Leavenworth de Green. Ni siquiera el libro de Vael Zanón, El ocaso de los ángeles, interesó demasiado. Y eso que el autor había llenado todas las tiendas del pueblo con carteles del libro.

Se vendieron los pocos ejemplares que llevaba de nuestra antigua colección Historia Mítica, sobre todo Cid Campeador de Eduardo Martínez Rico, por eso de que sucedía en la toma de Valencia. Incluso un vecino me comentó la anécdota de que el mencionado Cid había dormido en una de las casas al otro lado de la plaza.

El Cid y el reino de Valencia. Una experiencia más en mi peregrinaje por las ferias de España.

Gracias a todos.

Sin paciencia no hay fuerza.

Alberto Santos



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