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lunes, 23 de noviembre de 2015

Presentación en Campo Real por Ángel Moreno García


Admiro a Eva Zamora. Evita, para mí. La conocí hace la friolera de 32 años, en 1983. 

Era una niña rubia, de melena larga, vestida de blanco con un lazo de raso a juego anudando su pelo, y además, simpática y con una gran sonrisa. O al menos mi memoria la recuerda así. Como aún recuerda el aire con olor húmedo, avinagrado, a tierra mojada con aromas de azufre que se respiraba en la bodega de su padre. Las antiguas y barrigonas tinajas sujetas por un esqueleto de postes de madera, seguramente, de álamo. La débil luz de una solitaria bombilla suspendida por un cable trenzado y que bastaba para rellenar de vino, con la espita, las garrafas de vidrio forradas con un entramado de caña o esparto.

En este mágico y cotidiano escenario yo repartía cajas de cerveza “El Águila” y Evita visitaba a su padre, dueño de aquella bodega argandeña de la céntrica calle Libertad.

Un día cualquiera, al cambiar de trabajo, ya no fui más a la bodega y dejé de ver a Evita.

Otro afortunado día, después de muchos años, en la Plaza Mayor de Campo Real, reconocí a esa niña agarrada de la mano de su novio, Jesús Ruano. Me atreví a preguntarle: ¿Tú no eres la hija del bodeguero Zamora?. En ese mismo instante ella me reconoció también. No había olvidado a aquel repartidor de cerveza que la saludaba cuando era niña, tal vez porque siempre se recuerda a alguien que te trata con ternura.

Disculpa Eva si he desvelado unos tan personales como inolvidables instantes de tu infancia y de mi juventud. Pienso que aquellos brillantes y vivaces ojos de la niña que fuiste ya se fijaban en cada detalle, en cada comportamiento, en cada palabra que te descubrían un mundo lleno de pequeñas historias.

Te admiro Eva por saber transmitir historias. No es fácil escribir. Es complicado crear personajes convincentes. Es aún más difícil encontrar a alguien que publique lo que escribes. Y de la última dificultad suprema ni te cuento: atrapar a alguien para que lea lo escrito, conseguir lectores. Tú lo has alcanzado. Ya has publicado dos de tus novelas. Sé que tienes escritas algunas más, que estoy seguro verán la luz muy pronto.

He disfrutado con tu primera novela “La esencia de mi vida”. Una historia actual, con personajes contemporáneos, con misterios en cada página y con el amor como estrella incontestable de todas las vidas. Y todo ello narrado con un lenguaje ameno, ágil, claro y sencillo, pero a la vez hermoso y bien estructurado.

Alex, Tomás, Sofía e incluso Darío, han nacido de la imaginación de aquella niña, ahora mujer, que comenzó a ver el mundo desde esa tenue y amarillenta luz de la desparecida bodega Zamora.

Esta nueva novela trata, como no podía ser de otra manera, del amor. Pero el amor tiene tantas formas y maneras de manifestarse como los variados colores de un camaleón.

Hay tantas clases de amor como seres capaces de sentirlo. El amor es imprevisible y variable, como casi todas las cosas que nos ocurren en nuestra existencia. Un padre biológico y una madre adoptiva aman al mismo hijo y están dispuestos a TODO por tenerlo a su lado. El amor paternal siempre debe ser incondicional y generoso. Y sobre todo no dañar nunca.

Por el pequeño extracto de la historia que cuenta esta nueva novela y porque ya he constatado dónde puede llegar la imaginación de la escritora, intuyo que vamos a conocer otros amores y otros personajes tan audaces y enigmáticos como en “La esencia de mi vida”.

Suerte Eva, para ti y para tu nueva novela “Todo por Daniel”. Que conquistes a muchos lectores y sea el puente para que pronto se edite tu tercera novela.

Me quedan unas últimas palabras que quiero regalarte para que recuerdes este día con esa ternura con la que te saludaba hace 32 años este repartidor de cerveza y aprendiz de poeta.

En este pueblo de olivos y de iglesia gigantona, al lado de los alfares, tenemos una escritora. Su imaginación de niña le obliga a crear historias. Vidas de sueños y amores entre rumores de olas hacen caso al corazón por encima de otras cosas. Malvados muy educados a quien nada les importa para conquistar el mundo de una o de otra forma. Menos mal que desde el cielo una luna protectora, pone el orden natural a las almas bienhechoras que creen en el amor como esencia salvadora. Seductora con palabras, que en el blanco papel brotan, romántica, apasionada, ella es Eva Zamora.

Ángel Moreno García, Campo Real a 14 de noviembre de 2015

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