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lunes, 23 de noviembre de 2015

VIDA, MUERTE Y TRANSFORMACIÓN DE LA NOVELA


Tribuna para El Norte de Castilla



¿Está muriendo la novela? Últimamente he oído hablar mucho de esto en conversaciones y debates. No creo que la novela esté muriendo. Más bien parece que la novela se está transformando, como siempre lo ha hecho desde que surgió. ¿Cuándo surgió? El tema es muy controvertido; se puede fijar el origen en Grecia, antes de Cristo, en la Edad Media o ya con el Lazarillo de Tormes, incluso con el Quijote. La novela se asocia a momentos de decadencia, y es cierto que algunas voces, en nuestro mundo, proclaman que estamos en decadencia. Tal vez. Supongo que habría que preguntarse desde qué puntos de vista podríamos decir que lo estamos. Habría que ver si en lo esencial que caracteriza al hombre, o debería caracterizarlo, estamos en decadencia.

Creo que la novela es esencialmente humana, como toda la literatura en general. La novela no sólo deleita, entretiene, divierte al ser humano, que es lo que éste suele buscar masivamente en las librerías y en los grandes almacenes, o en Internet, sino que hace que se interrogue a sí mismo, que profundice en el mundo, y en su propio mundo, convirtiendo todo este proceso en arte. Hay arte en el autor y lo hay en el lector, que recrea y completa la obra al leerla. Así me lo recordaba el novelista Antonio Prieto en una entrevista. Esto va más allá del puro deleite, pero lo puede incluir, con mucha fuerza. Todas las funciones de la novela son perfectamente legítimas, y además complementarias.

Pero la novela alcanza una ambición mayor cuando trasciende ese propósito de deleitar, y busca algo más, perseguido tanto por el autor como por el lector. Ambos son seres humanos que quieren conocerse a ellos mismos -“conócete a ti mismo”, según la máxima de Delfos- y conocer el mundo, también a los otros. La novela es un instrumento para ello. La literatura hace arte de todo aquello que está al alcance de cualquier persona. La lengua, en manos del escritor y del lector, crea, imagina, profundiza, comunica.

Mientras seguimos las peripecias de nuestros queridos personajes, que realizan actos que nos interesan porque están hechos a imagen y semejanza de las personas de carne y hueso, de nosotros mismos, la novela, sutilmente, nos está proporcionando muchos otros contenidos. Contenidos que tienen que ver con la vida, con nuestra vida, con los problemas del hombre, particulares y universales. Con nuestros anhelos y aspiraciones, nuestros sueños. Ya decía Joseph Campbell, el autor de El héroe de las mil caras entre muchas otras obras, que el mito es el sueño despersonalizado, mientras que el sueño es el mito personalizado. “Mito” significa “narración”; de los mitos manan todas las historias. En este caso considero que “mito” se puede intercambiar por “novela”, que no es más que una narración extensa ficticia, fingida, pero con un anclaje en la realidad. Sí, la novela tiene mucho de sueño, y también mucho de mito.

No, no creo que la novela, ni mucho menos esté muriendo, pero se va transformando. Y lo hace con la vida, con la Historia. Viaja con nosotros, se viste nuevos trajes; su esencia permanece, pero también se enriquece. Igual que nuestra ropa, nuestros coches, nuestros aviones, la propia forma que tengo yo de escribir estos artículos o mis propias novelas –múltiples ordenadores, nuevos procesadores de textos-, van cambiando. Pero ese cambio también cala en mí como novelista, y en el propio género. No creo que la novela sea algo obsoleto, de ningún modo; prueba de ello es que sigue alimentando al cine de forma continua, hasta tal punto que parece que no hay –exagero un poco- buena película que no esté basada en una novela. La novela es un proyecto creativo previo, desarrollado, elegido, o no, por los cineastas, para hacer una película.

Al hombre le interesa el hombre, y también por eso hace literatura, alimento de sí mismo, muy espiritual pero también muy racional, intelectual. El ser humano vive inmerso en una narrativa, abierta, y, según se ha dicho mucho, con poco sentido. Da la impresión de que sólo tiene sentido su vida si se lo da otro, un tercero, otra persona o incluso él mismo. También un escritor, en el caso improbable –aunque posible- de que escriban una biografía sobre él. Algunos, en efecto, dicen que la vida no tiene sentido. Desde luego las novelas, obra cerrada, por muy abierto que sea su final, sí lo tienen. Y la novela, de algún modo, es la vida de todos, el mito despersonalizado, muy capaz de personalizarse en cada uno de nosotros a través del milagro y la experiencia de la lectura.

El hombre busca leerse en su literatura favorita, muy especialmente en las novelas, una literatura tan a su alcance, casi tanto como el cine, que de algún modo la ha sustituido, parcialmente, ambas complementarias, alimentándose el cine de la novela. Pero la novela, en este proceso de transformación, también se ha alimentado del cine, modernizándose, y ahora se está aprovechando de Internet. Ante nuevos medios, ante nuevos géneros, es fácil proclamar la muerte de lo anterior. Demasiado fácil, apresurado y erróneo. Pero el hombre es un ser creador, y la novela, por ser tan abierta y generosa, y tan gustada, le ofrece posibilidades insospechadas. No puede morir algo tan vital, ágil y atractivo.

Pasará el tiempo y seguiremos escribiendo obras muy distintas a las actuales, pero muy proclives a recibir la denominación de “novela”.


Eduardo Martínez Rico 
Escritor y Doctor en Filología

















Tribuna publicada en El Norte de Castilla el 17-XI-2015

Presentación en Campo Real por Ángel Moreno García


Admiro a Eva Zamora. Evita, para mí. La conocí hace la friolera de 32 años, en 1983. 

Era una niña rubia, de melena larga, vestida de blanco con un lazo de raso a juego anudando su pelo, y además, simpática y con una gran sonrisa. O al menos mi memoria la recuerda así. Como aún recuerda el aire con olor húmedo, avinagrado, a tierra mojada con aromas de azufre que se respiraba en la bodega de su padre. Las antiguas y barrigonas tinajas sujetas por un esqueleto de postes de madera, seguramente, de álamo. La débil luz de una solitaria bombilla suspendida por un cable trenzado y que bastaba para rellenar de vino, con la espita, las garrafas de vidrio forradas con un entramado de caña o esparto.

En este mágico y cotidiano escenario yo repartía cajas de cerveza “El Águila” y Evita visitaba a su padre, dueño de aquella bodega argandeña de la céntrica calle Libertad.

Un día cualquiera, al cambiar de trabajo, ya no fui más a la bodega y dejé de ver a Evita.

Otro afortunado día, después de muchos años, en la Plaza Mayor de Campo Real, reconocí a esa niña agarrada de la mano de su novio, Jesús Ruano. Me atreví a preguntarle: ¿Tú no eres la hija del bodeguero Zamora?. En ese mismo instante ella me reconoció también. No había olvidado a aquel repartidor de cerveza que la saludaba cuando era niña, tal vez porque siempre se recuerda a alguien que te trata con ternura.

Disculpa Eva si he desvelado unos tan personales como inolvidables instantes de tu infancia y de mi juventud. Pienso que aquellos brillantes y vivaces ojos de la niña que fuiste ya se fijaban en cada detalle, en cada comportamiento, en cada palabra que te descubrían un mundo lleno de pequeñas historias.

Te admiro Eva por saber transmitir historias. No es fácil escribir. Es complicado crear personajes convincentes. Es aún más difícil encontrar a alguien que publique lo que escribes. Y de la última dificultad suprema ni te cuento: atrapar a alguien para que lea lo escrito, conseguir lectores. Tú lo has alcanzado. Ya has publicado dos de tus novelas. Sé que tienes escritas algunas más, que estoy seguro verán la luz muy pronto.

He disfrutado con tu primera novela “La esencia de mi vida”. Una historia actual, con personajes contemporáneos, con misterios en cada página y con el amor como estrella incontestable de todas las vidas. Y todo ello narrado con un lenguaje ameno, ágil, claro y sencillo, pero a la vez hermoso y bien estructurado.

Alex, Tomás, Sofía e incluso Darío, han nacido de la imaginación de aquella niña, ahora mujer, que comenzó a ver el mundo desde esa tenue y amarillenta luz de la desparecida bodega Zamora.

Esta nueva novela trata, como no podía ser de otra manera, del amor. Pero el amor tiene tantas formas y maneras de manifestarse como los variados colores de un camaleón.

Hay tantas clases de amor como seres capaces de sentirlo. El amor es imprevisible y variable, como casi todas las cosas que nos ocurren en nuestra existencia. Un padre biológico y una madre adoptiva aman al mismo hijo y están dispuestos a TODO por tenerlo a su lado. El amor paternal siempre debe ser incondicional y generoso. Y sobre todo no dañar nunca.

Por el pequeño extracto de la historia que cuenta esta nueva novela y porque ya he constatado dónde puede llegar la imaginación de la escritora, intuyo que vamos a conocer otros amores y otros personajes tan audaces y enigmáticos como en “La esencia de mi vida”.

Suerte Eva, para ti y para tu nueva novela “Todo por Daniel”. Que conquistes a muchos lectores y sea el puente para que pronto se edite tu tercera novela.

Me quedan unas últimas palabras que quiero regalarte para que recuerdes este día con esa ternura con la que te saludaba hace 32 años este repartidor de cerveza y aprendiz de poeta.

En este pueblo de olivos y de iglesia gigantona, al lado de los alfares, tenemos una escritora. Su imaginación de niña le obliga a crear historias. Vidas de sueños y amores entre rumores de olas hacen caso al corazón por encima de otras cosas. Malvados muy educados a quien nada les importa para conquistar el mundo de una o de otra forma. Menos mal que desde el cielo una luna protectora, pone el orden natural a las almas bienhechoras que creen en el amor como esencia salvadora. Seductora con palabras, que en el blanco papel brotan, romántica, apasionada, ella es Eva Zamora.

Ángel Moreno García, Campo Real a 14 de noviembre de 2015

jueves, 12 de noviembre de 2015

“LA GUERRA DE LAS GALAXIAS”, A TRAVÉS DE LAS GENERACIONES

         Del Episodio VII de la saga de La guerra de las galaxias, creada por George Lucas y ahora propiedad de Disney, sabemos muy poco, como que se va a estrenar, salvo algún cambio, el 18 de diciembre de 2015. Pero vamos conociendo más datos, con cuentagotas. El hijo de Mark Hamill (Luke Skywalker en la ficción), Nathan Hamill, ha publicado en su web una foto en la que aparece su padre, delante de una gran nave con el rótulo del “Episodio VII”, con barba y una camiseta negra, lo cual nos sugiere y  nos hace pensar, relacionar, recordar.
El negro es el color del Lado Oscuro, el color de Darth Vader, pero también el color de Jedi de Luke en El retorno del Jedi, donde parece un sacerdote, un hombre de alta espiritualidad, enteramente de negro. La barba de Mark Hamill también nos indica cosas importantes: puede ser la barba de Alec Guiness, Obi-Wan Kenobi, maestro Jedi, casi una reliquia de otros tiempos, en Una nueva esperanza, el Episodio IV, el primero que vio la luz para toda una generación de niños que, como dijo George Lucas, estaba creciendo sin cuentos de hadas. Yo fui uno de esos niños.
         Pero la barba de Luke también nos lleva a Obi-Wan de joven, al Obi-Wan que encarnó Ewan McGregor en el segundo y tercer episodio. La barba también de Qui-Gon Jinn, maestro de Oby Wan. La barba es sagrada, rezan antiguas mitologías, como nos enseña Joseph Campbell, prestigioso mitólogo que fue clave para la creación de La guerra de las galaxias. George Lucas sufrió un accidente de coche muy grave con 18 años. Él quería ser conductor de coches de carreras, y la velocidad y los automóviles eran su gran pasión. Pero este accidente, que casi acaba con él, le condujo a otra vocación, a otro mundo muy diferente. En el hospital se interesó por materias como la Mitología o la Antropología. Leyó El héroe de las mil caras, valioso libro de Joseph Campbell que muestra cómo los mitos del mundo están relacionados y unidos entre sí, como si hombres de tierras y culturas muy lejanas respondieran y necesitaran los mismos mitos, o muy parecidos.
         Lucas estudió escritura creativa y se matriculó en la Universidad de Cine de California, donde hizo una gran carrera, con muy buenos cortometrajes –entre ellos uno  que se convirtió en su primer largometraje, THX 1138-. Allí contactó con Francis Ford Coppola, con el que tuvo una relación brillante pero muy compleja. Coppola, que  no era mucho mayor que él, fue su maestro, o al menos algo similar, enseñándole mucho y dándole muy buenos consejos. Pero Coppola tenía una personalidad muy diferente a la de Lucas, y no siempre se llevaron bien. Coppola era expansivo, extrovertido, mientras que Lucas era más tímido. Sin embargo colaboraron en muchos proyectos, guiones, películas, producciones, entre ellas una película de su admirado Akira Kurosawa, Kagemusha.
         Pero ¿dónde está el secreto de La guerra de las galaxias? Es muy difícil decirlo. Ni siquiera, tal vez, Lucas podría decirlo. O quizá ahora sí, pero no cuando la estrenó, en 1977, cuando pensaba que iba a ser un gran fracaso. Puede que la clave esté en esa declaración suya de que una generación de niños estaba creciendo sin cuentos de hadas, y que él les proporcionó –nos proporcionó-, un cuento de hadas renovado, el “mito renovado”, como dijo Joseph Campbell cuando vio por primera vez La guerra de las galaxias –Episodio IV-, llenando un agujero que necesitaba ser llenado. Y haciéndolo con materiales muy creativos, pues aunque a Lucas no le gusta nada escribir lo hace maravillosamente
         En una entrevista sobre las películas el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca me dijo que eran una síntesis mitológica, pero también es una síntesis de los referentes culturales que pudo disfrutar Lucas durante su infancia y adolescencia, por ejemplo los space operas o los westerns. Han Solo es un vaquero del espacio, y la escena del bar en el puerto de Mos Eisley remite a las clásicas escenas de duelos y peleas en los bares de las películas del Oeste. Todo está inventado, pero al mismo tiempo todo está por reinventar, y finalmente por inventar. Lucas quería mostrar la confrontación del Bien y del Mal, pero no lo hace ni mucho menos de forma maniquea, antes bien muestra el paso del Bien al Mal en algunos personajes, fundamentalmente Anakin Skywalker-Darth Vader, que se erige en protagonista de las dos primeras trilogías, en una saga que yo diría que tiene también protagonista colectivo, por las funciones tan importantes de muchos de sus personajes.
         La guerra de las galaxias constituyen unas películas aptas para todos los públicos, unas películas que no dejan de enseñar algo no importa la edad que tengamos. Cuando somos niños nos llama la atención unas cosas, mientras que cuando crecemos nos fijamos más, tal vez, como fue mi caso, en su factura cinematográfica, o en su trasfondo mitológico y cultural.
         Finalmente, como escribió Agustín Sánchez Vidal, y creo que esto es esencial, son una oportunidad para realizar una “peregrinación” a los orígenes del mito, a sus fuentes. Para muchos espectadores forma parte troncal de su infancia. Ahora empieza a serlo también para nuevas generaciones de niños que en cuanto las descubren llevan estos personajes y sus aventuras a sus propias vidas, como lo hicimos nosotros cuando teníamos pocos años. La guerra de las galaxias viaja de generación en generación, renovándose.



                                                        Eduardo Martínez Rico
                                                        Escritor y Doctor en Filología




Publicado en El Norte de Castilla el día 29 de septiembre de 2014.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Reseña Fantasymundo de "Círculo Primero: El Despertar"

Házael González, autor de esta magnífica novela, "El despertar: Historias de la Tierra Incontable. Círculo primero" (Alberto Santos Editor), nos muestra a través de su puño y letra ese mágico mundo al que bautizó como Tierra Incontable, lleno de todo tipo de criaturas mágicas y no mágicas que nos va presentando a lo largo de las páginas con gran cantidad de detalle para que no nos perdamos nada de lo que pasa a nuestro alrededor.

La verdad es que el libro me sorprendió gratamente desde el principio, porque nada más presentar la incógnita principal de la protagonista, el autor me tuvo en vilo hasta alcanzar la última página de esta bella historia.

(...)

Es una historia cargada de emoción, y sobre todo de ganas de libertad. Es el concepto más nombrado y destacado de toda la novela. Todos tenemos derecho a ser libres de vivir y amar como queramos, por encima de todo lo demás. Es algo que choca con la idea de algunos humanos, que no entienden el amor como algo libre, sino como una posesión, un control que mata toda magia capaz de hacer latir dos corazones al mismo son.

(...)
¿Recomendación? A todo aquel que ame la magia, el amor y la libertad. Para todo aquel que quiera conocer a fondo la Tierra Incontable de la mano de estos personajes, que os aseguro que no dejan a nadie indiferente, y que por encima de todo tienen mucho que decir.

Leer reseña completa aquí.